¿Qué hace que te levantes temprano todos los días a enfrentar un duro e intenso día de trabajo? Una pregunta que pocas veces nos hacemos y cuya respuesta puede convertirse en el motor que necesitamos para descubrir y alcanzar nuestros más grandes sueños, tanto a nivel personal como empresarial. La respuesta no es sencilla ni puede reducirse a indicadores económicos o métricas numéricas.
Simon Sinek, escritor del libro “Start with why”, recurre a una ingeniosa comparación que explica el propósito en el mundo corporativo. Sinek compara a una empresa con un auto e indica que el dinero en una empresa es como el combustible del auto, sin dinero la empresa no puede operar. Sin embargo, el propósito de un auto no es comprar combustible así como el propósito de una empresa no es hacer dinero. El propósito del auto es llegar a un destino determinado y el combustible contribuye a ello. El propósito de una compañía es lograr un fin ulterior, una contribución a la sociedad que le permite desarrollarse.
En muchos casos la búsqueda del propósito puede implicar una profunda pero necesaria exploración. Alinear el propósito personal con el de la organización en la que uno trabaja permite darle norte y rumbo a lo que hacemos haciéndolo sostenible y permitiendo la realización personal.
En el sector legal conozco muy pocos ejemplos de firmas de abogados donde exista una sólida cultura organizacional basada en un propósito claramente delimitado e interiorizado por sus integrantes que vaya más allá de su rentabilidad como negocio. Nunca es tarde para iniciar esa introspección que puede ser un poderoso punto de partida para alcanzar nuestros más deseados objetivos.
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